Es bien sabido que nuestro sistema solar forma parte de una galaxia espiral, la Vía Láctea, que aparte de brindarnos una vista espectacular del cielo nocturno es, a todas luces, nuestro patio estelar de recreo. Con esto quiero decir que, si algún día la raza humana se dedica a viajar por las estrellas, nuestra actividad espacial se verá confinada, en el mejor de los casos, a unos cuantos de miles de años-luz alejados de la Tierra. Las leyes de la física son muy restrictivas al respecto; incluso si conseguimos construir un ingenio que nos acerque a la velocidad de la luz estamos hablando de distancias casi insalvables. Alguno pensará: «un momento ¿y qué pasa con los agujeros de gusano y los motores de curvatura que salen en las pelis?»
La galaxia más grande y la más liviana
