Resulta que estuve preparando una infografía para esta semana pero decidí no publicarla. ¿Por qué?
La razón principal es que, dado el calendario semanal que me he impuesto, erré mi camino en la metodología que uso normalmente. En algún punto, para ahorrar tiempo, me salté pasos fundamentales y como consecuencia llegué a un resultado inadecuado. Cierto es que pretendía hablar de una disciplina que no domino, razón de más para no haberme confiado.
Pero claro, me quedé sin material para publicar. ¿Entonces qué hacer?
Creí conveniente cambiar de tema, y se me ha ocurrido una cuestión que tiene mucho sentido dadas las circunstancias.
¿Cómo llevar a término una buena infografía?
Pues, como dije antes, siguiendo una metodología. Reza el dicho: “cada maestrillo tiene su librillo”. No os voy a descubrir la pólvora; si buscáis un poco en internet, encontraréis información de sobra, pero aún así, quiero compartir mi manera ideal de hacer las cosas, que espero, le sirva a alguien. Irónicamente he preparado material gráfico al respecto en plan rollo minimalista, así que después de todo tengo mi infografía de la semana. Es más, pretendo explayarme un poco en el artículo porque en realidad, estos consejos valen también para otro tipo de trabajos creativos.